jueves, 26 de febrero de 2009

EN EL III ANIVERSARIO DE LA TRAGEDIA DE PASTA DE CONCHOS.


EN EL III ANIVERSARIO DE LA TRAGEDIA DE PASTA DE CONCHOS.
Palabras pronunciadas por la compañera Claudia Escobar Pacheco a nombre de las viudas y familiares de Pasta de Conchos el día 19 de febrero del 2009.

El día de hoy, 19 de febrero del 2009, se cumplen tres años de la tragedia que enlutó a nuestros hogares, al quedar atrapados en la Mina número 8 de Pasta de Conchos 65 mineros que fueron el sostén de nuestras familias y depositarios de nuestro cariño entrañable, como esposos, padres, hijos o hermanos.

Las viudas y familiares de los mineros muertos, a causa de la explotación y desprecio del sistema capitalista, de la voracidad de una de las empresas más ricas del país y del descuido de un gobierno apátrida y reaccionario, hemos decidido conmemorar esta amarga fecha impulsando con mayor vigor las labores de rescate de nuestros seres queridos, que iniciamos el día 20 de noviembre del año pasado, con recursos propios y la solidaridad de los compañeros de La Otra Obrera, La Otra Campaña, diversas agrupaciones sindicales y los sectores más pobres del pueblo de México. No obstante el alto costo de dichas tareas, llevamos un avance del 50% y hemos gastado poco más de un millón de pesos.

El día del siniestro, los mineros atrapados empezaron a ser rescatados, algunos con vida, por sus propios compañeros de ese turno, pero llegaron las autoridades y los "técnicos" de la empresa y del gobierno para hacerse cargo de las operaciones e impedir que los trabajadores que iniciaron el rescate continuaran con su labor humanitaria, que tal vez hubiera sido totalmente exitosa. Al mismo tiempo, la mina fue totalmente acordonada por elementos del Ejército Federal.
Los trabajos de rescate, ya en manos de la empresa y del gobierno fueron injustificadamente suspendidos, dejando enterrados en la mina a 63 trabajadores, entre los que se encuentran nuestros esposos y familiares.

Los motivos aducidos por la empresa y el gobierno para suspender el rescate nunca fueron ciertos. Por el contrario, hemos podido comprobar que la verdadera razón del abandono oficial fue evitar que quedaran a la vista las causas verdaderas del "accidente", que más que eso, fue un crimen originado por la voracidad de la empresa que violó todas las normas de seguridad, exponiendo a sus trabajadores a una muerte tan segura como anunciada. El rescate evidenciaría las enormes responsabilidades laborales, civiles y penales de las que la empresa tiene que hacerse cargo a partir de este siniestro. También los funcionarios de este y del anterior gobierno son responsables, desde el punto de vista administrativo, penal y político, por haber tolerado la continuación de los trabajos de explotación de la mina sin obligar a los concesionarios a tomar las medidas más elementales de seguridad.

Nosotros estamos aquí porque no podemos soportar el dolor de no dar a nuestros seres queridos cristiana sepultura. Nuestros sentimientos, creencias y tradiciones no se conforman con presunciones legales. Queremos los restos de nuestros seres queridos para comprobar que están muertos y enterrarlos en el Panteón Municipal, donde les rendiremos permanente homenaje. Antes de lograr esos objetivos de nuestra lucha ni siquiera podemos llamarnos viudas, huérfanos o dolientes.

Estamos aquí sin hacer daño a nadie, atendiendo a una imperiosa necesidad de carácter humano y cultural. Hemos ocupado la mina sin hacer violencia sobre las personas o las cosas y sin engañar a nadie. Tampoco lo hemos hecho de manera encubierta, porque nuestras acciones han sido anunciadas por nosotros y difundidas por los medios nacionales.

Los equipos ajenos que hemos utilizado en las labores de rescate, más que dañarlos, han sido reparados y aún reconstruidos por nosotros.

La principal riqueza de que tenemos posesión, pertenece a la Nación mexicana y no creemos que ningún mexicano verdadero pueda quejarse de molestia alguna, de carácter material o moral, por los trabajos que estamos realizando para recuperar a nuestros muertos, sin embargo no renunciamos al derecho que tenemos como Mexicanos de ejercer todas las acciones civiles y penales que nos correspondan.

Resulta verdaderamente inaudito que sean nuestras familias, condenadas a la miseria y al abandono, las que se vean obligadas a rescatar a sus seres queridos sin más recursos que aquéllos que nos proporciona la solidaridad humana, mientras que la empresa Industrial Minera México, en los tres años transcurridos desde la tragedia de Pasta de Conchos, ha obtenido ganancias del orden de los 20 mil millones de dólares y se niega a gastar un centavo en el rescate de sus trabajadores, seguramente porque piensan que esta mina no les producía las suficientes ganancias.

En este caso, se puede ver con toda su crudeza el drama de la enorme desigualdad que existe en este país, que condena a la mayor parte de nuestra población a vivir en la pobreza y en la humillación, preservando para unos cuantos la riqueza y con ella, la prepotencia y el desprecio.
Los mineros mexicanos han tenido que soportar, como ningún otro sector de los trabajadores, la explotación más despiadada por cerca de 500 años. Fueron sometidos por el conquistador español a la esclavitud, pues su trabajo era "pagado" con el Evangelio, aunque, como se sabe el verdadero interés del Imperio español no fue traernos cultura, idioma o religión, sino el de llevarse todo el oro y la plata que le fuera posible.

La esclavitud del trabajo asalariado, propia del sistema capitalista no ha cambiado significativamente las condiciones de trabajo y los bajos niveles de vida de los mineros. Pero tal vez, en ninguna época como la nuestra, los gobernantes hayan mostrado tanta impiedad y desprecio por los mexicanos humildes y su tradicional culto a los muertos.

Compañeras y compañeros de la solidaridad con nuestra lucha: aquí seguiremos hasta el final, cueste lo que cueste. Hasta que encontremos a nuestros familiares y le demos su merecido a sus asesinos.

19 de Febrero. Pasta de Conchos, Coahuila, México.

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